miércoles, 23 de marzo de 2011

YO...





A veces pienso que nací
para cantar el dolor.

Las palabras se deslizan
para pintar
la caída del mar
o el naufragio del sol.

El sol navega entre frágiles rendijas
pues los monstruos que habitan la locura
se agazapan en las nubes.

A veces el sol naufraga
precipitándose al vértigo,
al abismo hambriento de los cíclopes.

El mar cae rindiéndose al eclipse,
al delirio negro,
al ciego laberinto sin orígenes.

La tierra es un muñón huérfano,
carbón alucinado por espectros
que, ajenos, danzan en sus grietas. 

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