viernes, 1 de abril de 2011

FLOR MARCHITA...


Así como las hojas de los árboles otoñales,
son arrancadas por el fuerte viento,
así el soplo de tu vida me fue arrebatando cada simple sueño,
cada esperanza, cada sonrisa, cada buen recuerdo, 
hasta quedar tan indefensa como el rosal desnudo
que tiembla de frió en invierno. 

Así la vida, después de haberme herido,
con la mordida fatal y ponzoñosa de tu desprecio,
me sigue mientras ríe al lamer mi sangre y mis lágrimas caídas,
sabiendo que ya llegará mi amargo final. 

Esta sangre que mana de mis hondas heridas
es rojiza y oscura, como el abismo en el que caí al encontrarte. 
Vivo conociendo mi destino que es morir sufriendo tus ofensas,
sin que nada ni nadie me de consuelo
mas que el hecho de saber que esta agonía es fugaz. 

Como un prisionero contando sus días,
cuento yo mis noches esperando deseosa el apacible fin.
Me levanto sólo para vagar en la eterna penumbra de la angustia,
para sangrar en la amargura de despertar sabiendo que me agraviaste…
Que no hay razón ni habrá alguna para que mi boca dibuje una sonrisa. 

Vivo percibiendo los armónicos gritos de mi alma siendo herida,
por aquel enmohecido puñal que la vida afila solo para ultrajarme.
Vivo muriendo cada día oscuro,
esperando ser cenizas, si la muerte benévola se digna a  juzgarme su aliada. 

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